La sombra del fundador es alargada
El de la tecnología es un mundo que gusta mucho de gurús, ídolos o demonios. Muchas de las grandes empresas multinacionales, hoy multimillonarias, comenzaron como un proyecto personal. Y eso desemboca en un cierto culto a la personalidad. Al fin y al cabo, ¿cuántos sabemos el nombre del director de Nike, Audi o Ikea? Pero sí sabemos quienes son Bill Gates, Steve Jobs o Michael Dell.
Las empresas de Internet o de tecnología saben bien quiénes son sus padres, que las convirtieron en lo que son. Pero a sus creadores no siempre les gusta en qué se han convertido. Así, mientras unos asumen su nuevo puesto de directivo y se mantienen al frente de su empresa hasta la jubilación, otros desertan y unos pocos intentan alejarse para hacer otras cosas, pero acaban por volver corriendo cuando la criatura empieza a tener problemas.
Los padres devotos
Entre los primeros podemos mencionar a Bill Gates, que desde la fundación de Microsoft en 1975 ha formado parte de la cúpula directiva de la empresa, y ha conseguido ser al mismo tiempo el héroe y el villano del mundo del ordenador personal. Después de una vida dirigiendo la compañía, el año pasado anunció que en 2008 dejará su cargo en Microsoft para dedicarse a la filantropía, aunque seguirá siendo presidente de la empresa. Sus tareas se han dividido entre Ray Ozzie (jefe de arquitectura de software) y Craig Mundie (jefe de investigación y estrategia). El CEO seguirá siendo Gates, que parece seguir la estela del cofundador de Microsoft, Paul Allen, que dejó su puesto como directivo en 2000.
Los ausentes
Más lejos llegó Stephen Wozniak, uno de los fundadores de Apple, que después de un accidente aéreo en 1981 decidió salir de la empresa, se casó y volvió a la universidad para terminar la carrera. En 1983 volvió a Apple como ingeniero, pero no pasó mucho tiempo hasta que dejó el trabajo para montar otras empresas.
Otro que se marchó, en esta ocasión mucho antes, fue el tercer fundador de YouTube, Jawed Karim. En un ataque de sensatez -y de poca visión de futuro- decidió que tenía que acabar los estudios antes de meterse en ese berenjenal. Y miren ahora. Al menos le han dado una parte de los beneficios por la venta a Google.
Los padres pródigos
El último ejemplo de este tipo de fundador lo ha dado Michael Dell. En 2004, el creador de Dell delegó el puesto de CEO en Kevin Rollins. La cosa no funcionó muy bien y, aunque Dell permaneció como presidente de la junta, tras dos años de pobres resultados y peores previsiones ha tenido que volver a su puesto de CEO.
Esta receta es la que ya siguió Apple en su día. En 1985 se le señaló elegantemente la puerta a Steve Jobs, a causa de "problemas internos".
Al principio, la cosa fue bien sin ninguno de los dos fundadores. Pero doce años más tarde, cuando los accionistas de la empresa ya decían aquello de "fue bonito mientras duró" y el barco hacía aguas por todas partes, Jobs volvió a Apple. De modo que en 1996 Steve Jobs recuperó el liderazgo de su empresa como si de un salvador se tratara. Tanto si es obra de Jobs como si no, no hay duda de que la salud de la empresa ha mejorado, y mucho.
¿Valor añadido o un ingeniero más?
¿Qué es lo que les da a estas empresas una relación tan estrecha con quien las funda? Podría ser una cuestión de confianza: tanto los consumidores como los accionistas conocen el nombre y la cara de la persona que está detrás: un valor añadido casi imprescindible para la compañía. Al menos, eso es lo que dicen los analistas en el caso de Apple.
Podría ser también que cuando uno es lo bastante inteligente como para tener una idea que se convierte en una multinacional, también es capaz de gestionarla con brillantez.
Pero no a todo el mundo le va bien, claro. Al fin y al cabo, los creadores no tienen por qué ser buenos ejecutivos: han demostrado que saben crear una gran compañía, que no es lo mismo que dirigirla. O sencillamente, no les apetece.
Los fundadores de Yahoo, por ejemplo, contrataron a su primer CEO, Tim Koogle, el mismo año en que fundaron su empresa. Ahora, los dos fundadores forman parte del equipo de dirección, pero no tienen que ocupar el asiento de la cabecera. Es decir, mantienen un puesto importante dentro de la empresa (Chief), pero están más o menos libres de la carga que supone dirigirla.
Ésa ha sido también la elección de los creadores de Google, Larry Page y Sergei Brin, que ostentan los cargos de director de productos y de tecnología, mientras que el CEO es, desde 2001, Eric Schmidt.
¿Cuál es la mejor combinación?
Cristina Fuentes-Cantillana - Redactora de Baquia.com
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